Sedienta.
Iracunda.
Fría.
La cima del cielo la encontré intacta,
hacía mucho tiempo que no viajaba
a tan larga distancia.
Anoche llegué,
me impactó el desorden reinante,
algo brusco sentí cuando
sin querer escalaba en tí.
La piel sudaba,
jadeabas,
involuntariamente buscaba tu cara.
Mis pechos tocabas
éxtasis infinito
me provocabas.
Espasmos lúbricos te regalaba
y tú enloquecido
me elevabas.
Satisfechos.
Impávidos.
Cansados los cuerpos.
Bajamos de la cumbre
con las manos llenas
de estrellas fugaces
e ilusiones nuevas.....
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